jueves, 9 de mayo de 2024

A ti, Elvira Sastre

Es una publicación que tengo en borradores desde el 5 de octubre de 2017. Me la he encontrado y bueno, aquí está.

A ti

A ti podría decirte
que si algún día me abandonas
me colocaré delante,
justo en ese preciso lugar
que no te permita nunca
mirar hacia atrás con pena.

A ti podría decirte
que has de saber que ya ocupas mis ojos,
que llevo tu risa incrustada en mis arterias,
que no hay lugar en mi cuerpo en el que no quepa tu pena,
que cuando no tengas un sitio al que volver
pienses que tienes abiertos todos mis huecos.

A ti podría decirte
que si un día te sientes perdida
dentro de ti misma,
daré con la solución a tu laberinto
abriéndome el pecho
y poniéndote delante,
justo en ese lugar donde hablo tanto de ti
que no te costará esfuerzo reconocerte
y volver a encontrarte.

A ti podría decirte
que para mí
cualquier lugar
es mi casa
si eres tú
quien abre
la puerta.

domingo, 31 de marzo de 2024

El último amor, de Vicente Aleixandre

I
Amor mío, amor mío.
Y la palabra suena en el vacío. Y se está solo.
Y acaba de irse aquella que nos quería. Acaba de salir. Acabamos de oír cerrarse la puerta.
Todavía nuestros brazos están tendidos. Y la voz se queja en la garganta.
Amor mío...
Cállate. Vuelve sobre tus pasos. Cierra despacio la puerta, si es que
no quedó bien cerrada.
Regrésate.
Siéntate ahí, y descansa.
No, no oigas el ruido de la calle. No vuelve. No puede volver.
Se ha marchado, y estás solo.
No levantes los ojos para mirarlo todo, como si en todo aún estuviera.
Se está haciendo de noche.
Ponte así: tu rostro en tu mano.
Apóyate. Descansa.
Te envuelve dulcemente la oscuridad, y lentamente te borra.
Todavía respiras. Duerme.
Duerme si puedes. Duerme poquito a poco, deshaciéndote, desliéndote
en la noche que poco a poco te anega.
¿No oyes? No, ya no oyes. El puro
silencio eres tú, oh dormido, oh abandonado,
oh solitario.
¡Oh, si yo pudiera hacer que nunca más despertases!

II
Las palabras del abandono. Las de la amargura.
Yo mismo, sí, yo y no otro.
Yo las oí. Sonaban como las demás. Daban el mismo sonido.
Las decían los mismos labios, que hacían el mismo movimiento.
Pero no se las podía oír igual. Porque significan: las palabras
significan. Ay, si las palabras fuesen sólo un suave sonido,
y cerrando los ojos se las pudiese escuchar en el sueño...

Yo las oí. Y su sonido final fue como el de una llave que se cierra.
Como un portazo.
Las oí, y quedé mudo.
Y oí los pasos que se alejaron.
Volví, y me senté.
Silenciosamente cerré la puerta yo mismo.
Sin ruido. Y me senté. Sin sollozo.
Sereno, mientras la noche empezaba.
La noche larga. Y apoyé mi cabeza en mi mano.
Y dije...
Pero no dije nada. Moví mis labios. Suavemente, suavísimamente.
Y dibujé todavía
el último gesto, ese
que yo ya nunca repetiría.

III
Porque era el último amor. ¿No lo sabes?
Era el último. Duérmete. Calla.
Era el último amor...
Y es de noche

domingo, 3 de abril de 2022

Haz de luz - Rayden

 

Quiero que veas el atardecer cuando el sol empieza a caer y tras él las farolas se encienden el cielo se prende y se tiñe de tonos pastel. Que tengas el mundo a tus pies y también a montera, que sepas seguir las pisadas sabiendo el peaje que tiene querer dejar huella. Que nada te ciegue, a menos que sea otra mirada, que llegues, cierres los ojos, los abras y veas la luz de una vela apagada. Que me pongas cara, me digas si esta voz me pega, que quieras pescar en el agua el reflejo de la luna llena. Que cuentes todos los segundos que tarda en vaciarse un reloj de arena, que gires la bola del mundo y elijas destino al azar con las yemas. Que veas Madrid, París, Berlín, Pekín y también Las Vegas, que puedas contemplar todo hasta donde tu vista llega. Que te hipnotice una llama de una hoguera en mitad de la playa y se mueva como las mareas mueven olas contra el Atalaya. Que se giren hacia mí tus ojos, tus ojos lentos en ese punto entre el alma y el cuerpo, cerrándolos conmigo dentro. Quiero que nos volvamos a ver. Déjame ver cómo me ven tus ojos, ven. Quiero decirte que si hablamos de mirar, los ojos son de quien te los hace brillar. Quiero que nos volvamos a ver. Déjame ver cómo me ven tus ojos, ven. Quiero decirte que si hablamos de mirar, los ojos son de quien te los hace brillar. Quiero que nos volvamos a ver... Quiero que vayas a un cine, te sientes, ver en cada escena cómo te sorprenden efectos especiales y que dudes si son reales. Que te tumbes mirando hacia el cielo buscando en las nubes formas de animales, cometas y estrellas fugaces, fuegos artificiales. Que se nuble y diluvie de nuevo, que soples pestañas del dedo y con los dedos cuentes los segundos y cuantos separan el rayo del trueno. Que cuentes todas las estrellas y pongas tu firma po el firmamento a fin de ponerle tu nombre a este mundo pues es del color con el que quieras verlo. Que sepas que toda luz lleva sujeta una silueta, que leas lo más bonito del mundo aunque se escriba con mala letra. Que no son los ojos; es la mirada. Que no es la mirada; es cómo me miras. Que no es cómo miras؛ es cómo te callas y dices aunque no lo digas. Que veas todas las cosas, sobre todo las más importantes, pero la cosa es que paradójicamente no se dejan ver las más grandes. O se ven con los ojos cerrados, por eso será que los cerramos cuando besamos, lloramos y soñamos. Quiero que nos volvamos a ver. Déjame ver cómo me ven tus ojos, ven. Quiero decirte que si hablamos de mirar, los ojos son de quien te los hace brillar. Quiero que nos volvamos a ver. Déjame ver cómo me ven tus ojos, ven. Quiero decirte que si hablamos de mirar, los ojos son de quien te los hace brillar. Quiero que nos volvamos a ver...