Un espacio creado para pensar, reflexionar y compartir. Poneos cómodos, ¡y a debatir!
sábado, 28 de septiembre de 2013
El camino del éxito
Añadir cualquier comentario sobra. Simplemente, hay que darle al play, pensar y actuar.
sábado, 21 de septiembre de 2013
Las lágrimas de San Lorenzo, de Julio Llamazares
Hoy os presento Las lágrimas de San
Lorenzo, de Julio Llamazares. Este escritor y periodista de 58
años con muchas novelas, relatos, ensayos y poesías a sus espaldas,
ha conseguido, con su última novela, crear una obra sencilla,
entrañable y reflexiva. Su estilo me ha recordado al de otro autor
muy de moda actualmente, Albert Espinosa, aunque más bien sería al
revés, por cronología.
En Las lágrimas de San Lorenzo,
el protagonista, un profesor de Universidad, un nómada buscando
darle sentido a su vida, y su hijo, contemplan el cielo de Ibiza en
busca de estrellas fugaces. Mientras tanto, tienen lugar diversos
diálogos entre el padre y el hijo que llevarán al primero a evocar
numerosos recuerdos y a cavilar sobre distintos asuntos vitales.
La melancolía y la reflexión se
convierten en las protagonistas de esta novela, que termina con una
pregunta maestra en el aire.
Yo voy a empezar a viajar hacia atrás
en el tiempo, para conseguir sus novelas y relatos uno a uno. Os
recomiendo también a vosotros iniciar este viaje.
sábado, 14 de septiembre de 2013
Vivir
Vivir es correr, reír y
saltar.
Vivir es pensar, aprender
y probar.
Vivir es oír música
en tu habitación.
Vivir es leer bajo la
sombra de un árbol.
Vivir es un helado en
verano.
Vivir es una manta en
invierno.
Vivir es el abrazo de tu
mirada.
Vivir eres tú por las
mañanas.
Vivir es la brisa meciendo
tu cabello.
Vivir es pasear tomado de
tu mano.
Vivir es pensarte cuando
cierro los ojos.
Vivir es arrancar una
sonrisa de tus labios.
Vivir es sentirte aquí,
aunque la distancia te separe de mí.
Vivir es quererte porque
sí.
¿Vivir? Vivir es morir
por ti.
viernes, 6 de septiembre de 2013
La (puta) distancia
La distancia es como un calabozo que te
impide abrazar, que te impide tocar, que te aleja el olor de la
persona querida.
La distancia es como la niebla, que te
impide ver lo que realmente quieres y necesitas ver.
La distancia es como una muralla
levantada entre otra persona y tú, la más alta y la más ancha de
las murallas. Tan alta y tan recia que parece imposible de saltar o
de tumbar.
La distancia, a veces, aparece como en
la paradoja de Zenón, en la que Aquiles nunca alcanza a la tortuga
en una carrera.
La distancia, en definitiva, te nubla
los sentidos. No te deja ver, no te deja tocar, no te deja oler. Te
crea espejismos en el desierto en el que parece haber convertido tu
vida...
Y sin embargo, cuando estás
desorientado, perdido en un valle de lágrimas, te das cuenta de que
la distancia no impide que oigas, ni que saltes más alto de lo que
jamás hubieras imaginado, ni que derribes la más grande de las
murallas ni que corras como nunca lo habías hecho, alcances a la
maldita tortuga y hagas una sopa con la que en China ni soñarían
hacer.
Así que eso es lo que pienso hacer.
Por ti y por mí.
Voy a agudizar el oído para
escucharte, a coger fuerza en piernas y brazos para derribar o saltar
cualquier obstáculo, y a correr como una gacela para llegar hasta la
tortuga, hacer una buena sopa e invitarte una vez más a cenar.
La distancia, si me perdonáis, puede
ser muy puta, pero no puede, aunque quiera, obligarme a dejar de sentir. Y así, ella, la
puta distancia, tiene perdida la batalla.
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