sábado, 24 de noviembre de 2012

"El primer día" y "La primera noche", de Marc Levy

Marc Levy. Uno de tantos autores que me he encontrado por casualidad. Acompañar a mis padres a la compra, en cualquier Hipermercado (¡no quiero hacer publicidad a nadie!) y acercarme a la sección de libros para hojear distintos ejemplares, para mí, son sinónimos. Así pues, Marc Levy, fue un descubrimiento (para mí, otros muchos obviamente ya le conocían) que hice una tarde del otoño pasado. Como tengo amigos que me quieren mucho, a mi siguiente cumpleaños me regalaron los libros de los que hablaremos hoy. Dicho lo cual, voy a intentar reseñar los libros que dan título a esta entrada. Es mi primera vez, así que sed benevolentes conmigo.

Como podéis imaginar por el título, un libro es la continuación del otro. Pues bien, ambos volúmenes comparten protagonistas y el mismo toque de aventura, romanticismo e intriga. En el primer libro, se nos presenta a los protagonistas, sus inquietudes y su carácter, que marcarán la dirección de la historia. Los personajes principales son Adrian y Keira, astrofísico y arqueóloga. Imagino que os preguntaréis cómo llegan a cruzarse sus vidas. Si sentís curiosidad, leeros el libro, no quiero arruinarle la fiesta a nadie. Centrándonos en lo que nos ocupa, la cuestión es que a manos de ella llega un misterioso objeto que llevará a ambos a una peligrosa (más de lo que imagináis) investigación, ya que puede cambiar la concepción del mundo tal como lo conocemos. Así que, mientras recorren el globo de cabo a cabo, nuestros amigos tratan de resolver este enigma, burlando todas las amenazas externas. Su historia de amor, lejos de verse perjudicada, crece capítulo a capítulo, ajena a todos los riesgos. Todo ello con la colaboración de otros peculiares personajes como Walter, Ivory o Max, con los que no quiero entrar en detalle para no 'spoilearos' el libro. Os diré, eso sí, que, aunque Max me deja un poco frío, tanto Walter como Ivory son personajes muy curiosos y que rompen, diría yo, cualquier molde.

En el segundo libro, se retoma la historia justo en el punto final del primero, y aunque parece difícil, por el alto ritmo que impone el autor en éste, la cadencia del segundo es vertiginosa. Si el primero engancha, el segundo atrapa. En cuanto a la trama, se desarrolla perfectamente en este volumen. La investigación continúa, y el autor profundiza en la relación amorosa de los protagonistas, además de ahondar en la amistad que mantienen con otros personajes, que aunque secundarios, son imprescindibles en la historia. El final, que siempre aprovechamos, justa o injustamente, para juzgar un libro, es bastante bueno. Se adapta a lo que cabe esperar durante el transcurso de la novela, y no deja de ser sorprendente.

Como conclusión, creo que el autor intenta resaltar dos cosas: primero, de qué manera el amor puede cambiar tu vida, y segundo, que siempre, antes de actuar, hay que medir las consecuencias de nuestros actos.

sábado, 17 de noviembre de 2012

¿Construyen robots?



Paradigma del sistema educativo

Sé que el vídeo es un poco largo, pero merece la pena verlo.

¿Son los colegios, institutos y universidades unas simples fábricas? ¿Siempre ha sido así? ¿O es una peligrosa tendencia que van adquiriendo las reformas de los sistemas educativos repartidos por todo el globo? ¿Se fomentan el ingenio o la imaginación, o por el contrario, se premia la mediocridad, el aprendizaje por repetición en lugar de la originalidad? ¿Quién o quiénes hay detrás de estos sistemas educativos? ¿A qué intereses atiende esta fabricación? ¿Adónde nos lleva este modelo? ¿Tiene arreglo? Vosotros diréis.

En mi opinión, aunque no es algo nuevo, es algo que se está agudizando en los últimos tiempos. Para no irnos muy lejos, simplemente, en Europa, con el EEES (y los nuevos grados) ya vemos que van encaminados a que las empresas tengan un trabajador que cumpla exactamente con los requisitos exigidos por la empresa. No importa la formación completa del alumno. No importa su realización personal. No importa que, más allá de si título, el estudiante pueda resultar inútil. Bueno, en realidad sí que importa. Importa y mucho.

¿Quién es más fácil de manejar? ¿Alguien bien preparado, que sea capaz de aprender por sí mismo, que se adapte bien a cualquier trabajo gracias a lo que aprendió en la universidad (y a sus capacidades, claro) o alguien que está preparado para realizar un fin concreto, en unas determinadas empresas y que, fuera de ahí, no podría encajar en ningún otro lugar? No es que limiten el conocimiento del alumno, que también, sino que limitan su capacidad de conocer, de adaptación y de acción. Será un trabajador servil, con el que el patrón podrá hacer lo que quiera, ya que el trabajador no sabrá hacer otra cosa más allá de esa empresa. Pasará de asalariado a esclavo.

Este sistema también conseguirá más insatisfacción e infelicidad para los estudiantes, pues no podrán realizarse personalmente. Los formación estará orientada única y exclusivamente a que en un futuro, esa persona forme parte del engranaje del sistema. Se despreciarán carreras inútiles como Filosofía, Filología Clásica o Historia, pues no darán réditos a una cierta oligarquía absolutista.

¿Soluciones? De momento, ser conscientes del problema. Lo que venga después, ya se verá.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

¿Piquetes sí? ¿Piquetes no?


Aprovechando que la cercanía de la huelga general del 14-N, quiero abrir un debate sobre los famosos piquetes informativos. Primero lanzo la pregunta y luego hago el planteamiento: ¿piquetes sí o piquetes no?

SITUACIÓN 1

Yo no estoy de acuerdo con la huelga general por cualquier motivo: no me identifico con los organizadores, no creo que mis derechos estén siendo ultrajados, directamente la política no me importa o simplemente soy pasivo, creo que toman mis derechos por el pito del sereno pero con la huelga, bajo mi punto de vista, no voy a conseguir nada. La cuestión es que no me quiero manifestar.

¿Los piquetes? Una panda de sindicalistas que no tienen otra cosa que hacer que venir a molestarme a mi lugar de trabajo. Vulneran mis derechos y eso no es justo. No me parece bien que yo, que libremente elijo trabajar, no pueda hacerlo o tenga que hacerlo soportando el alboroto que están causando estos vendidos.

SITUACIÓN 2

Estoy de acuerdo con la huelga general: pienso que las cosas no pueden seguir así, que el gobierno no hace más que beneficiar a las empresas a costa de los derechos de los trabajadores, y que nos vemos obligados a aceptar reducciones salariales, ampliaciones de horarios o ambas cosas por miedo a perder el trabajo. Sin embargo, sin que ni siquiera haya expresado mi deseo de salir a la calle a manifestarme, mi jefe convoca una reunión en la que, “sutilmente” nos invita a venir al trabajo ese día. Si no, la ausencia tendrá consecuencias. Pero yo me quiero manifestar.

¿Los piquetes? Suerte que existen, porque yo, que libremente no puedo expresar mi sentir, encuentro en estos piquetes la excusa perfecta. Si vienen a mi lugar de trabajo, y mediante la extorsión, nos obligan a cerrar, ¡ya está! Puedo defender mis derechos.


Hechos los análisis, aunque sin profundizar demasiado en el tema, queda claro que los piquetes pueden ser buenos o pueden ser malos según el punto de vista.

¿Se puede resolver, de alguna manera, este conflicto? Sí. Pero otra vez volvemos a lo mismo, a confiar en la bondad de las personas. La solución pasa porque los empleadores, respeten, sin consecuencias negativas para el trabajador, su derecho a manifestarse. Entonces, los piquetes tendrían que desaparecer, y en caso de no hacerlo, quedarían retratados.

¿Tú que opinas?

domingo, 4 de noviembre de 2012

El amor y la lucha


Hoy quiero que hablemos del amor. Ése sentimiento tan profundo, tan embalsamador, protector y gratificante, inherente al hombre. Es un sentimiento vivo, conmovedor y vibrante. Es un afecto que los humanos podemos manifestar de maneras diversas: el amor paterno-filial, el amor fraternal, entre hermanos o entre amigos, y el amor entre dos enamorados.

Si bien la última entrada invitaba a una reflexión sobre el individualismo del hombre, quisiera centrar el debate en la otra cara de la moneda, la de la solidaridad y la entrega a los demás. Y es aquí donde entra el amor, y más concretamente, el amor fraternal. La única forma de hacer frente al egoísmo que todos, de forma más o menos aguda, sentimos en múltiples ocasiones. Ser capaces de ver más allá de un mendigo sucio y harapiento, de unos pobres desgraciados que mueren de hambre (aquí y en el tercer mundo) o de unos cuantos incautos o ingenuos que lo han perdido todo entre la desaceleración y la crisis y que ahora viven de la caridad.

Debemos ser capaces de ponernos en su lugar, de empatizar con su situación y de ayudar en la medida de lo posible. Y cuando digo ayudar, no quiero decir donar una cantidad concreta de dinero al mes, o de colaborar con un comedor social o en actividades solidarias de cualquier índole. Esto hay que hacerlo, por supuesto. Es necesario y es bastante factible para cualquiera de nosotros. Pero no es suficiente. Y no es suficiente porque no ataca a la raíz del problema.

Entonces, ¿qué es lo que hay que hacer? Luchar por los derechos de estas personas. Exigir a los que tienen el poder, que son los que pueden terminar con esto, que lo hagan. Es más fácil de lo que parece. Basta con sentirse conectado con estas personas en una situación injusta.

¿Y cómo conseguir una motivación para batallar? Mediante el amor. ¿O tú no estás dispuesto a luchar, hasta la extenuación, por alguien a quien amas?