Desde que nos invadieron los alienígenas, la raza humana ha visto reducida considerablemente su población. Les ha llevado lustros hacerlo, pero lo han conseguido. Y eso que dominarnos fue muy fácil para ellos, pero eligieron acabar con nosotros poco a poco.
¿Cómo? Os preguntaréis. Resulta que llegaron para apoderarse de los pocos recursos que nos quedaban aquí, en la Tierra, pero mientras realizan su misión, necesitan entretenimiento. Y decidieron que podrían divertirse con nosotros.
Comenzaron a desarrollar este arte casi desde que llegaron. Un arte que ya se ha convertido en tradición. Voluntariamente, algunos de ellos combaten cuerpo a cuerpo con nosotros, llegando a llenar nuestros campos de fútbol de antaño (que ellos llaman "plaza"), de alienígenas necesitados incomprensiblemente de este violento espectáculo. Previamente, eso sí, nos drogan para desorientarnos y adormecernos un poco. Se equipan también con largas y delgadas armas punzantes, pues como ellos son más enclenques que nosotros, dicen que así el combate es más justo.
El resultado de todo esto es, que aunque en ocasiones algunos hombres han sido capaces de vencer y eliminar a alguno de los extraterrestres en estos combates, la mayoría perecemos sin apenas oposición. Y mientras nos desangramos por las heridas causadas por sus armas punzantes, al guerrero extraterrestre le proporcionan otra arma aún más afilada y más grande, con la que nos dan, según sus palabras, la estocada definitiva.
Por suerte, aunque de momento ha servido para poco, hay grupos de estos invasores que piensan que lo que hacen con nosotros es una crueldad e intentan evitarnos este sufrimiento. Defienden, en la medida de lo posible, nuestros derechos.
Sin embargo, los que se muestran favorables a esta práctica, tienen la batalla ganada, pues sus argumentos son irrefutables:
1. Nosotros somos seres inferiores en cuanto a inteligencia, y por tanto, hacer esto que hacen con nosotros, en ningún caso es equiparable a hacérselo a cualquiera de ellos. Ni de lejos es una crueldad. ¿Es esto justo?
2. Nuestro umbral del dolor es más bajo. Y digo yo, ¿ellos qué saben?
3. Sobrevivimos (aunque cada vez somos menos) gracias a que nos crían en cautividad. Si no fuera por esto, nuestra especie desaparecería. Una pena que no nos pregunten si nos merece la pena vivir así. Si nuestra existencia tiene como único fin morir, siendo previamente torturados, en la plaza.
4. Es un arte, algo cultural: una tradición. Homomaquia, lo llaman.
Todo esto lo escribo desde una granja de seres humanos, desde donde mañana partiré a la plaza, con la esperanza de herir sensibilidades y de que, en un futuro, el ser humano sea liberado de su sufrimiento y sea la Naturaleza, posteriormente, la que decida si seguimos existiendo o nos extinguimos.
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