Lecturas como esta me demuestran que no siempre voy a encontrar un buen libro abandonado en mi estantería. Porque sí, por suerte desempolvé grandes novelas como El informe pelícano o El ocho, pero también descubrí este libro y, francamente, menuda decepción. Es un libro dirigido al público juvenil, de literatura fantástica. Que conste, de entrada, que soy consciente de que estoy juzgando un libro dirigido a ése público, y que por tanto los parámetros para valorar esta novela son bien distintos. Pero como veréis, no exagero. El libro es malo, muy malo.
El autor nos sitúa en la ciudad de Moridor, donde uno de sus habitantes, un adolescente llamado Callibar, huérfano, cuida de uno de los miembros de la Hermandad, que se encarga de vigilar la Estrella. Ésta, para los ciudadanos de Moridor, es un regalo divino, pues gracias a su caída en el planeta, vencieron a las tropas de lord Gaylor en su lucha por conquistar el mundo "superior". Y digo "superior" porque Gaylor vive en el submundo, donde supuestamente reina la oscuridad.
Transcurridos varios años desde esa victoria, las tropas de lord Gaylor vuelven a por la Estrella, para llevársela a su amo y que la destruya para poder vencer finalmente. Eliminando a los protectores de la Estrella y gran parte del pueblo, lo consiguen. Entonces, aparece un grupo de guerreros, los drang-mi-laran, diezmados en su lucha particular contra Gaylor, que se ofrecen para ayudar al pueblo de Moridor a recuperar la Estrella, acusándoles además de habérsela apropiado indebidamente durante muchos años, pues la Estrella debía ser para todos los habitantes de ese mundo.
La cuestión es que Callibar, que es descrito como un adolescente miedica y que no sabe manejar una espada, se lanza a la aventura (con reticencias, sí, pero se lanza) con los drang-mi-laran. En el submundo, en el que inicialmente te dicen que todo es oscuridad y sombra, todos los que forman parte de la expedición VEN estupendamente.
Uno de los primeros obstáculos que se encuentran en el camino es que el sendero se interrumpe por un barranco de muchísima profundidad y no pueden pasar al otro lado pues no hay ningún puente tendido. No hay ninguna otra forma de cruzar, ni ningún otro camino, según el autor. Pues bien, dicho esto, el protagonista y una joven de los drang-mi-laran (Julivette) lo descienden para ver si se puede ir por bajo, y se topan con un río que les lleva a una playa. Sin haber estado nunca en el submundo, se orientan perfectamente y son capaces de volver al camino, donde deberían estar esperándoles sus compañeros como habían acordado, PERO NO, ahí no hay nadie.
Total, que no se sabe cómo, van a parar a un pueblo que parece deshabitado pero no lo está, en el que les dicen que han visto a un grupo de prisioneros de las tropas de Gaylor en cierta dirección. Este pueblo, que tiene todavía menos agallas que Callibar, es persuadido por Julivette y Callibar para que se enfrenten a este fragmento del ejército de Gaylor para lograr recuperar su orgullo, que el tirano les arrebató hace ya mucho tiempo. Total, que armados con picos y palas vencen a las tropas de lord Gaylor y liberan a los drang-mi-laran, poniéndose además de su lado uno de los magos del tirano, que formaba parte de dichas tropas.
Como llegados a este punto creo que ya hay suficientes incoherencias, no voy a seguir relatando con detalle cada una de ellas. Simplemente, os diré que en cada prueba imposible que se les presenta, en el último momento, siempre ocurre algo o aparece alguien cuya presencia parecía inverosímil para salvar al grupo, incluida una destreza de Callibar con la espada fuera de lo normal. El final ni lo menciono, porque me imagino que todos tendréis unas ganas enormes de leeros el libro y no quiero estropearos el colofón final.
Si tenéis un mínimo de fe en mis recomendaciones, por favor, NO os leáis este libro. Ni se lo regaléis a nadie, claro.
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