Escondido en la montaña, hay un lugar muy especial.
Allí, en una casita roja, cabañas de madera y tiendas de campaña, hay algo, no sabría decir qué, que actúa como un imán.
Allí he conocido a personas que, aunque nunca lo imaginé, hoy no podría sacar de mi vida. He conocido personas generosas, sacrificadas, inteligentes, buenas de corazón, creativas, cariñosas, entrañables, divertidas y un largo etcétera de calificativos que ya quisieran muchos rozar con las yemas de los dedos. Cada cuál con sus peculiaridades y su propia personalidad. Con algunas te ríes más que con otras, algunas son más expresivas, otras son más imaginativas...pero siempre tienes alguien a quien acudir en función de tu estado de ánimo.
Allí nunca te falta un abrazo, un consejo o un hombro sobre el que llorar. Allí no hay desconsuelo, falta de amor o solidaridad. Siempre hay quien te levanta cuando te ve caer, quien te hace reír cuando te ve llorar, quien te hace volar cuando no puedes andar.
Es un lugar casi mágico, donde cada individuo suma sus virtudes a las del grupo, y entre todos, juntos, tapamos nuestras carencias. Allí caben todas las edades, lo mismo da 16 que 36. Solo es necesaria una buena disposición para aprender de los demás, enseñarte a quererles por cómo son y a quererte a ti, por cómo eres tú.
Allí, como digo, he formado lazos de amistad increíblemente fuertes incluso con personas con las que tenía y probablemente tengo pocas cosas en común.
Y eso es, seguramente, lo que nos impulsa a regresar año tras año. Para seguir conociendo gente. Gente que se una al equipo que ya formamos, y con las que nos podamos reír (o llorar) y seguir aprendiendo para potenciar nuestras virtudes y pulir nuestros defectos.
Algunas de esas personas únicas con las que comparto días tan buenos en verano y en invierno, llegaron hace mucho tiempo; otras, podría decirse que llegaron ayer; incluso algunas hoy en día están muy lejos, aunque nunca se hayan ido del todo. A todos vosotros, gracias. Gracias porque tengo una vida plena que vosotros llenáis de luz.
Nos volveremos a ver en ese lugar de ensueño que es el Hontanar.
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