El maestro comentaba a sus discípulos:
- Un hombre que iba por el camino tropezó con una piedra. La recogió y la llevó consigo. Poco después tropezó con otra, igualmente la cargó. Todas las piedras con que iba tropezando las cargaba. El peso lo fue encorvando y dejó de mirar el horizonte, hasta que aquel peso se volvió tan grande que el hombre ya no pudo caminar. ¿Qué piensan ustedes de ese hombre? - Pregunta el maestro a sus discípulos.
- Que es un necio -respondió uno de los discípulos-.
- ¿Para qué cargar las piedras con que tropezaba? - dijo otro discípulo-.
Entonces el maestro concluyó:
- Eso es lo que hacen aquellos que cargan las ofensas que otros les han hecho, los agravios sufridos, y aún la amargura de las propias equivocaciones. Todo eso lo podemos dejar atrás, y no cargar las pesadas piedras del rencor que poco a poco nos van quitando la vista de nuestro horizonte, o sea, de nuestra esperanza. El peso nos encorva y deforma nuestra espalda y con ella nuestra vida y nuestras ilusiones. Si hacemos a un lado esa inútil carga, si no la llevamos con nosotros, nuestro camino será más ligero, nuestro paso más seguro y nuestra esperanza estará siempre a la vista.
Fuente: www.psicanica.com
Otro de los secretos para ser feliz: aprender a perdonar.
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