lunes, 1 de abril de 2013

El ocho, de Katherine Neville

Hasta el momento, la novela que más me ha gustado desde que leí La Sombra del Viento, aunque no tienen nada que ver la una con la otra. No incluyo en esta pelea otras como Martes con mi viejo profesor o El laberinto de la felicidad, éstas ya sí radicalmente diferentes a las anteriores.

El ocho fue publicada en 1988, cuando yo no estaba todavía en los planes de mis padres. Sin embargo, me ha parecido una novela moderna, con cierta frescura. No obstante, me ha resultado poco original el uso de la alquimia o la masonería como envoltorios del misterio de esta obra. En su defensa, eso sí, diré que son las novelas posteriores cronológicamente, y que yo leí antes de embarcarme en la aventura de Katherine, las que han “copiado” este recurso para sus novelas, sirviendo Dan Brown o Peter Harris como ejemplos de lo que quiero decir. Este es el único 'pero' que soy capaz de ponerle, porque en líneas generales me ha fascinado.

Y ahora nos centraremos en el argumento.

Por un lado, la autora nos sitúa a finales del siglo XVIII, en pleno apogeo de la Revolución francesa. Las protagonistas son Valentine y Mireille, novicias de la abadía de Montglane, donde están escondidas las piezas de un legendario ajedrez que perteneció a Carlomagno. Dónde están escondidas y por qué son tan peligrosas son secretos que muy poca gente - o tal vez demasiada – conoce. Esta parte de la trama nos llevará, de la mano de Talleyrand, obispo de Autun, y las novicias, a viajar por Francia, Inglaterra, los recién independizados Estados Unidos, Córcega, Rusia y, por supuesto, el norte de África...

En ella, conoceremos a personajes históricos y archiconocidos como Rousseau, Voltaire, Napoleón, Robespierre, Catalina la Grande, grandes matemáticos y físicos (Euler, Newton o Fourier), poetas (William Blake y William Wordsworth), y músicos como Johann Sebastian Bach. ¿Que cómo conectan tantos y diversos personajes históricos (y los que he omitido)? Solo Katherine sabe cómo lo ha hecho. Pero más allá de su participación en la historia, que es pura ficción – o eso creo -, me parecen maravillosas las constantes pinceladas históricas que la autora introduce en la novela. No solo mantiene la tensión de la trama, sino que consigue que te pique el gusanillo de la curiosidad y, como mínimo, te pone a 'googlear'.

Por otro lado, tenemos a una brillante informática, Catherine Velis, que es trasladada por su empresa a Argelia, aunque pronto se descubre que las fuerzas que la llevan al continente africano son más fuertes de lo que parecen. Conoceremos a Lily, Solarin o Nim, amantes y grandes jugadores del ajedrez los dos primeros; sobresalientes físicos los segundos. Con ellos, y con Catherine, también recorreremos gran parte del globo, ahora ya a finales del siglo XX, en los 70. Velis se ve arrastrada a jugar una partida de ajedrez que lleva desarrollándose casi doscientos años (¿os salen las cuentas?) de forma ininterrumpida.

Bajo mi punto de vista, se trata de una novela asombrosa, cautivadora y perfectamente hilada. No hay cabos sueltos, cada intrahistoria está resuelta, y llena de sorpresas hasta la última página. Un relato en el que cada personaje representa una pieza del ajedrez, con la diferencia de que aquí, la partida no se termina cuando muere el rey...

PERSONAJES HISTÓRICOS QUE APARECEN EN EL OCHO:


1 comentario:

  1. A mi, personalmente, me fascinó. Lo leí hace 20 años más o menos y todavía lo recuerdo. De hecho tengo el libro hecho polvo de tanta gente por la que ha pasado mi ejemplar. Un gran libro.
    Patricia Ramón.

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